LA IMAGEN ROTA

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Saturday, July 24, 2010

TODO COMENZO HACE TIEMPO

PARTE 2
EL CINE SONORO CUBANO
Por Sergio Giral
Ciertas tendencias pretenden ignorar u olvidar el cine cubano realizado en los albores del cine sonoro y durante la década de los cuarenta y cincuenta. En realidad el cine cubano comenzó hace tiempo, con dificultades y más esperanzas que logros, pero dada la pasión y persistencia de sus realizadores ocupa un lugar meritorio en la historia del arte en Cuba. Podemos considerar La Serpiente Roja (1937), realizado por Ernesto Caparrós con fotografia de Ricardo Delgado el primer largometraje sonoro, que fuera originalmente episodios radiales escritos por Felix B. Caignet. Lo simpático de la acción es que transcurre en Ingalterra y cuenta una intriga policiaca donde Mary Smith (Pituka de Foronda) solicita los servicios de un famosos detective chino Chang Li Po (Anibal de Mar), para desentrañar una complicada trama familiar. También participa en el elenco Carlos Badía, actor que llegó a ser muy popular en Cuba. El film fue un éxito de taquilla y probó las preferencias del público por el cine nacional y la inversión fue rapidamente recuperada. Prófugos (1940) es el siguiente film de Caparrós con fotografía del americano Robert Kline. Cuenta la singular historia de una aviadora perdida en una isla desolada y habitada por prófugos de la ley, con una trama bien hilvanda y protagonizada por la actriz y vedette, Blanquita Amaro, un “sexsymbol” de la época.
La Serpiente Roja
La primera compañía de cine sonoro fundada en Cuba por Ramón Peón fue PECUSA (Películas Cubans S.A.) que produce en 1938 dos filmes de gran éxito popular, Sucedió en la Habana y El Romance del Palmar, este último interpretado por Rita Montaner, un ícono de la música y el cine cubano. El film muestra una visión idílica de la vida en el campo alterada por el conflicto de una bella campesina seducida por un villano de la ciudad y que finalmente encuentra el amor verdadero. Con Estampas habaneras de Jaime Salvador 1939, se implanta la comedia costumbrista cubana en el cine, esto lo pruba la presencia de Alberto Garrido y Federico Piñero en el elenco secundado por el cómico mexicano, Chaflán.. Aunque estos filmes están caracterizados por la narrativa de la radionovela y la puesta teatral, poseen la magia de las intepretaciones de sus actores. Garrido y Piñero, el famoso duo vernáculo del negrito Chicharito y el gallego Sopeira, toman la batuta de un delicioso humor cubano desgraciadamente perdido en el contexto revlucionario. No podía faltar la música en el cine sonoro y una de sus mejores manifestaciones es Cancionero cubano, también filmada por Salvador en 1939, una comedia musical donde se destacan obras de la categoría de Ernesto Lecuona.
Estampas Hbaneras
En 1943 los estudios PLASA (Producciones Latinamericanas S.A.) crean el Noticiero Nacional de Manuel Alonso, uno de los más distinguidos promotores fílmicos del momento. El noticiero semanal incluía un sketch cómico al final donde Garrido y Piñero hacían gala de su comicidad tan esperada con entusiasmo por los espectadores. El primer largometraje de Manuel Alonso, Hitler soy yo (1943) es también una comedia astracana de gran popularidad. Adolfo Otero interpreta un doble personaje, el gallgo por exelencia de las tablas del vernáculo y a Adolfo Hitler, film posiblemente inspirado en el clásico de Chaplin, The Great Dictator (1940). La década de los cincuenta trae un cine más elaborado que sigue las pautas trazadas por la cinematografía de México y Argentina. Tramas mejor desarrolladas y realización más precisa hicieron de estos filmes memorables. En 1951, Ramón Peón realiza La Renegada y al año siguiente, La Unica, ambas protagonizada por Rita Montaner, el máximo exponente de una cantante y actriz de genuina cubanía.
 
Manuel Alonso con, Siete muertes a plazo fijo, es quien sienta las bases de un cine de categoría industrial. La trama originalmente argentina y adaptada a Cuba hace de esta un thriller a la americana. Siete muertes… es una intriga policiaca donde un banquero y su esposa invitan a varios amigos a cenar en víspera del Año Nuevo y de imprevisto aparece un astrólogo que predice la muerte de los siete personajes. La creatividad de Manuel Alonso apoyada por la fotografia de Hugo Chiesa, la edición de Mario González y las actuaciones de Alejandro Lugo (el George Raft cubano) y Maritza Rosales en los papeles protagónicos contribuyen a la calidad de esta producción.
Siete muertes a plazo fijo
Muchos críticos consideran Siete Muertes…el filme más logrado en esa época y otros toman partida por Casta de Roble (1954), con guión escrito por su propio director Manuel Alonso y la actriz protagonista Sonia Benguría, basado en un argumento de Alvaro de Villa. Con una fuerte presencia del melodrama neorrealista el film narra una historia de denuncia social y la intrañable relación del campesino con su tierra, temática que habrá de desaparecer con el advenimiento del régimen socialista en Cuba. Las actuaciones del mexicano David Silva y la cubana Sonia Benguría, la fotografía de Manuel Alonso compartida con el español Alfredo Fraile, con cielos contrastados en grandes planos generales y dramáticas angulaciones de cámara a lo Gabriel Figueroa y la música de Felix Guerrero, hacen de Casta de Robles un clásico del cine cubano, que le hizo ganar la distribución de la Colombia Pictures.
 Casta de Robles                                        
El español Juan Orol dejó una huella indeleble en el cine de los años cincuenta. Sandra, la mujer de fuego (1953), El Sindicato del crimen, La Mesera del Café del Puerto, Un farol en la ventana, filmados en Cuba, marcaron el género “de las rumberas”, concepto que desarrollo en el artículo Las Mujeres de Juan Orol, publicado en La Imagen Rota en 7/13/10. Las co-producciones con México se hicieron notar a lo largo de estos años. Un Extraño en la escalera y Mas fuerte que el amor ambas realizadas por el director de origen argentino, Tulio Demicheli , con las actuaciones respectivas de la diva mexicana Silvia Pinal y actriz de origen eslavo Miroslava. No podía faltar el tema afro-cubano en la cinematografía de esta época y su mejor ejemplo es, Yambao, realizado en 1957 por el director de origen alemán, Alfredo B. Crevenna. Yambao, con la actriz y rumbera cubana Ninón Sevilla,  una incursion exótica y estereotipada de la esclavitud en la época colonial. Narra la historia de Yambao, una joven esclava posesionada por el espíritu de su abuela asesinada años atrás, que regresa para vengarse de sus amos. Ninón Sevilla es uno de los íconos del cine kitch méxicano, donde se convierte en un síbolo de sexualidad tropical y dudosas actuaciones.
                                           Ninón Sevilla en Yambaó
Pero no todo es felizmente memorable en esta década. Algunos intentos de co-coproducción con México dieron al traste a pesar de su argumento y presupuestos. Cito dos títulos a mi parecer desdichados, La Rosa Blanca y Cecilia Valdés. Para conmemorar el centenario de José Martí en 1953, se comisionó al director mexicano Emilio Fernández (El Indio) y a su fotógrafo Gabriel Figueroa, la realización del film-biográfico del poeta nacional cubano. Aunque el film cuenta con estos meritorios cineastas, la puesta es pobre, llena de inexactitudes histórias y la presencia del actor mexicano Roberto Cañedo interpretando al menudo procer de la patria es mastodóntica. Cecilia Valdés es otro de estos fallidos intentos de co-producción, una versión alambicada y superficial de la novela de CiriloVillaverde, dirigida por el matancero Jaime Sant Andrews e interpretada por la actriz mexicana, Leticia Reyna. No podemos abandonar los filmes de esta época sin referirnos a las producciones americanas rodadas en Cuba. We Were Strangers, sobre la lucha contra el dictador Machado, fue dirigida por John Houston e interpretado por John Garfield, Jennifer Jones, Gilbert Roland y Pedro Almendariz, elenco que denota la ausencia de actores nacionales. Y uno de los más famosos, El Viejo y el mar (1958), basado en el cuento homónimo de Ernest Hemingway e interpretado por Spencer Tracy, con dirección compartida entre Fred Zinnemann y John Sturger, una hermosa historia de heroismo cotidiano. Muchos son los títulos que caracterizan la producción cinematográfica de esa época en que estos cineastas se lanzaron a la conquista de las pantallas del país, compitiendo con los filmes mexicanos y argentinos que predominaban y la presencia absoluta del cine de Hollywood en su mejor momento. Al referirnos a esta etapa del cine cubano nos parece envuelta en una nostalgia melancólica, pero en realidad es un fuerte exponente de valor y persistencia de sus productores y realizadores, características que lo hacen comparable a la producción de cine independiente de hoy día, de bajo o ningún presupuesto y de nuevo la competencia en las pantallas con Hollywood. Estos filmes de factura elemental y tramas ingénuas gozaban de   un sabor criollo dificilmente igualado más tarde con muchos más recursos técnicos y estéticos.

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