LA IMAGEN ROTA

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Wednesday, July 14, 2010

LAS MUJERES DE JUAN OROL

Por Sergio Giral
En 8 ½ de Fellini, Guido Anselmi (Marcello Mastroianni) comparte su vida de director de cine con un mundo lleno de mujeres. En una serie de retrospectivas muestra su obsesión por las féminas, desde la madre, la primera prostituta hasta la esposa paciente y las amantes actrices y ex coristas. El cine latinoamericano no cuenta con un Fellini, pero si con un Guido Anselmi. Actor, director, productor y guionista, Juan Orol es el director de cine de origen español que compartió su delirante filmografía con las más bellas mujeres del momento, en su mayoría exhuberante rumberas cubanas.

Juan Orol
Inmigrante españól en busca del Nuevo Mundo, Orol viajó a Cuba y luego a México para regresar más tarde de nuevo a Cuba que le brindaba mayor posibilidades económicas, así como hacer realidad su sueño de convertirse en un director de cine, pero antes de lograrlo Orol pasaría por diversos empleos y actividades entre las que se cuentan la de pitcher de béisbol, boxeador, corredor de autos, torero, agente secreto, periodista, actor de teatro, policía y todas las ocupaciones que Orol mencionara a sus cronistas o las que estos les inventara, pero la verdadera razón que le hizo merecer el título de “el rey del cine camp mexicano”, fueron las mujeres de Orol.
Orol regresa a Mexico en 1933 para fundar una empresa cinematográfica, la ASPA filmes, que le permitiera producir las ideas que nadaban en su cabeza. Quizás por su carácter autodidacta o simplemenete por su absoluta indeferencia a lo establecido, esas ideas carecían de toda regla, convención y estructura cinematográfica, de tal forma que, sin proponérselo, las tramas más descabelladas y las actuaciones más hiperbólicas dieron carácter a un cine coronado por el “mal gusto”. Para elaborar este producto, Orol necesitaba de un ingrediente primordial que compensara esos churros y que más adecuado que una bella mujer. Orol tenía un olfato finísimo para descubrir a las mujeres más bellas del momento y llevarlas a la pantalla en su obsesión ginéfílica. Su odisea cinematográfica comienza con sus primeros films Madre querida (1934) y Mujeres sin Alma (1934) bajo la cámara del fotógrafo cubano Ramón Peón y protagonizadas por su primera mujer, Consuelo Moreno. La trama de este film dice del melodrama exharcebado que caracteriza a este cineasta: Julián, interpretado por el propio Orol, es un honrado chofer falsamente acusado de un robo por su patrón, quien mantiene relaciones con Olga (Consuelo Moreno), la ambiciosa mujer de Julián . Mientras Julián está en la cárcel, la pareja continúa comentiendo actos ilícitos, acusando a inocentes. Julián logra salir de la cárcel y busca a la pareja para vengarse. Consuelo Moreno participaría en cinco films más de Orol, hasta que en un viaje del director a Cuba en 1938 descubre a María Antonieta Pons y Consuelo desaparece de las pantallas.
María Antonieta Pons, fascinante rumbera cubana, es la primera actriz que Orol llevar al estrellato. Debuta en el primer film de Orol hecho en Cuba, Siboney (1940), donde Orol funge como director, productor, guionista y finalmente esposo de la rumbera. Las biografías no aclaran cómo y cuándo María Antonieta salió del cine de Orol y de su vida, porque fue sustituida por otra de las diosas rumberas, Rosa Carmina. Escultural belleza tropical que poseía un embrujo hipnótico con el ritmo de sus caderas y su zimbrante cintura.
Uno de esos días, Orol se apareció en México de la mano de Rosa Carmina para protagonizar un nuevo film, Una mujer de Oriente y más tarde Sandra la mujer de fuego (1953), film producido enteramente en Cuba y que representó para esta actriz su consagración en el género de rumberas. "Sandra" cuenta una deliciosa trama kitch ubicada en una supuesta plantación de Haití, donde Sandra enloque bajo el embrujo de los tambores y los peones la acechan febriles de pasión. Aunque este film guarda cierta coherencia narrativa es sin dudar una joya del género camp, mejor conocido como “de mal gusto”. Y con todos esos atributos que poseía Rosa, no era de esperar que Orol la convirtiera en su próxima y tercer esposa.

Entre 1938 y 1950, Juan Orol se especializa en los géneros del cabaret y "cine de ficheras", que invitablemente requieren de hermosas mujeres para narrar las desdichas de "las que caen por culpa de los hombres". Rosa Carmina personifica el modelo exacto para protagonizar estas “heroínas caídas al lodo” . Títulos como Perdición de mujeres y Hombres sin alma son muy sugerentes del hiper-melodrama de estos films.
Otra de las obsesiones de este director fueron los films de gangsters, inspirados en los arquetipos hollywoodense de Edward G. Robinson, James Cagney y Humprey Bogart, que fueron todos llevados a un nivel del absurdo. En Gángsters contra charros, el gangster Johnny Carmenta se enfrenta a su advesario Pancho Domínguez, el charro que controla la ciudad y esta rivalidad empeora cuando una mujer fatal, Rosa Carmina, por supuesto, se interpone entre los dos. Se ignora cuánto duró el romance del director y esta actriz, unos dicen que entre 1949-1955, pero fue lo suficiente para que Rosa protagonizara varios films con Orol, entre ellos, Tania la bella salvaje (1948) y El Sindicato del Crimen (1954) considerado un clásico en su estilo. Con el tiempo la bella Rosa sería sustituida por una nueva musa, Mary Esquivel y los films que la consagraron en el género camp, Tahimí, la hija del pescador y Un farol en la venanta ambas filmadas en 1958 en coproducción con Cuba.
Esquivel vivió con Orol entre los años 1955 y 63 y son muchas las anécdotas que se cuentan sobre este nuevo romance del cinesta. Uno de estos, sea cierto o no, relata el suceso durante el rodaje de Tahimí en que Orol ordenó a su diva empinar sus voluminosos pechos para compensar el déficit presupuestal de la producción.
Durante las décadas de los 60 y 70 el cineasta abordó el género western, en esta versión con un cambio nutritivo del spaghetti-western al chili-western donde también predominaba el melodrama desbordado y las caricaturas hollywoodenses. También se cuentan su predilección por el “film noir” como son Historia de un gangster (1969) , Las pasiones infernales (1969), Antesala de la silla eléctrica (1968) y Contrabandistas del Caribe (1968), en esta oasión con su nueva heroína la exuberantes Dinorah Judith, con quien también incursionó en la temática contracultura, El fantástico mundo de los hippies, en coproducción con Estados Unidos en 1970. Los biógrafos no comentan la relación de Orol con esta nueva y también bella actriz, pero tomando en cuenta el paso del tiempo es possible que aquella fuera una  simple y cándida relación profesional.
Ya sea cine camp, kitsch o simplemente “de mal gusto”, nada de eso obstruyó el viaje de Orol a la fama, que se ganó con el mundo fantástico que es su propia estética destructurada. En una entrevista publicada en “Cuadernos de la Cineteca Nacional”, tomo 2, Testimonios Para la Historia del Cine Mexicano, el cineasta hace su declaración de principio cinematográfica”: “Yo hacía cine para ganar dinero como cualquier otro negocio; pero además tenía la satisfacción de mostrar a la humanidad sus propios defectos, sus rasgos inhumanos. Quería terminar con el asesinato mediante la película, porque yo representaba el crimen para luego castigarlo, ya que si no hay delito no puede haber escarmiento. Así, presentaba el delito y después la pena, para que la gente viera que, el que la hace la paga. Siempre en mis películas castigaba al delincuente de un modo atroz: de tal manera que mi público evitara cometer los errores de mis personajes…”
La filmografía de Juan Orol cuenta con 56 títulos y es innegable que sin la participación de esas fogosas divas su cine hubiera sido en vano. Juan Orol nació en Pontevedra, España, el 4 de agosto de 1893 y otros dicen que en Ferrol, Coruña, provincia de Galicia en 1897. Lo que si sabemos a ciencia cierta es que murió en la Ciudad de México el 26 de mayo de 1988.

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