LA IMAGEN ROTA

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Monday, September 30, 2013

¿Dónde está "El dueño de los caballitos?

Por Sergio Giral
En los primeros años de los sesenta,  visité el Museo de Bellas Artes de la Habana  y entre las obras de pintores cubanos que me impresionaron se encontraba una de Antonia Eiriz, bajo el título de, “El dueño de los caballitos”. Se trataba de un gran lienzo que mostraba unos caballitos,  maquinaria tradicional de diversión infantil, también conocida como carrusel, tío vivo, calesita, según la región de que se trate. Al frente se hallaba el dueño de la maquinaria tras la taquilla, más bien un pódium donde hacer un discurso, de aspecto simiésco presentaba la barba y los pelos de la cabeza erizados en su discurso demencial. Detrás se encontraba la maquinaria infantil en vertiginosas vueltas que aterraban a los pequeños monstruos aferrados a los tubos del caballito para no ser lanzados al espacio.  Sobre estos el techo de lona se despedazaba, arrojando pedazos al aire Todo un tenebroso espectáculo de diversión infantil dirigido por un dueño loco. El de los caballitos. Es curioso que en las múltiples exhibiciones del arte de Antonia Eiriz, este cuadro no aparezca, ni tan siquiera en las reproducciones que se pueden encontrar en internet. Fernández Retamar ha escrito sobre la obra de Eiriz: “Se afirma que la pintura es un lenguaje. Antonia trabaja con las malas palabras de ese lenguaje.” Decididamente “El dueño de los caballitos es una mala palabra, un augurio del descalabro nacional.

Tuesday, September 17, 2013

HUMBERTO
Por Sergio Giral

En el reino animal hay especies raras que surgen de repente para luego extinguirse. También los seres humanos gozan de esta propiedad. La Habana vio nacer a Humberto en casa humilde llena de sueños y esperanzas. Lo vio crecer con ese halo particular que envuelve a los artistas.          Cuando el sismo político cambió las reglas del país, pudo incorporarse al ejército de que los que crean ilusiones en pantallas plateadas. El cine fue su obsesión, su escencia y su derrrotero. 
Fueron días extraños en que deambulábamos por los pasillos de producción. Nos íbamos conociendo poco a poco. Nuestros nombres, cómo pensábamos y éramos. Algunos pretendían saber y otros sabían. Lo descubrí pintando un paisaje sobre una pared envejecida. Entonces hablámos de cine. Llovieron los títulos de films europeos que habíamos visto desde la infancia. También surgieron nombres; Rossi Drago, Vitti, Mangano y Vali. Alida Vali era su actriz preferida, Lucino Visconti su director y Senso su film. Dijo, “un día haré un film como ese". También se habló de Hollywood y la máquina de hacer sueños. Surgió Jeniffer Jones en el duelo a muerte bajo el sol y la malvada Elsa Bannister de la Hayworth. Así fueron desfilando nombres y títulos hasta comprender que el cine era nuestra pasión y estábamos decidido a hacerlo.
Desde sus primeros trabajos la mujer tomaría un lugar cimero en sus dramas. Una campesina salvaje en Manuela, que retomaba a Stromboli, una Lucía traicionada seguía los pasos de la Condesa Livia Serpiere. Luego vinieron días de refelexión que dieron paso a Hojas, el reencuentro, la nostalgia y la fustración de una generación combatiente. Y supo de la censura y la incomprensión de los jerarcas de la cultura dogmática.
Cuando los hijos de Ganimedes fueron perseguidos y desterrados, supo blandir el arma de la discreción y vencer a sus enemigos. Y más tarde surgió Cecilia, nuevamente perseguida por el fantasma de Senso y la maestría de Visconti, que fuera señalada, acusada y vitupeeriada por la arrogancia oficial.       
Amada resultó un oasis junto a su amigo, Nelson, donde el artista recuperó el aliento para emprender otro viaje al mundo de la creación con Un Hombre de Éxito, film maduro y persistente en su estilo y lenguaje.
La fama no compró sus ambiciones e insistió en, Océano,  un tema de su propia naturaleza que nuevamente lo convirtió en un Sísifo que arrastra eternamente la piedra de la censura.
Los sueños se cumplen a pesar de la realidad e hizo El siglo de las luces , la novela cumbre del Proust caribeño, Alejo Carpentier. Después no supe más de él. Es decir, una vez le vi en las calles de París persiguendo un espejismo. Luego supe de su clausura en Jibara y el cine de los pobres. Luego de su muerte. No pude despedirme de él.

A Humberto Solás Borrego
Diciembre 14, 1941 - Septiembre 17, 2008.