LA IMAGEN ROTA

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Friday, August 16, 2013

LA MUJER EN MIS FILMS

Por Sergio Giral
SEGUNDA PARTE
En aquello de enmendar errores que destruyen vidas, el régimen cubano se ha especilizado y lo demostró liberando autores y sus obras de la prisión ideological y real que padecían. Entre estas resucitó la obra teatral de Eugenio Hernández Espinosa, María Antonia, mulata de solar, cárcel y guaracha con el signo de Ochún escrito en su frente, arquetipo que polula por las calles de Cuba pero no en la lista de actrices. Después de infructuosos screentests, Alina Rodríguez, una amiga, me recomendó una actriz que poseía el encanto necesario para el personaje; curiosamente se trataba de la propia Alina Rodríguez. ¿Quién mejor catador que el dueño del viñedo?. Y en la primera prueba de actuación surgió la voluptuosa y temeraria Maria Antonia, hija de Ochún que fuera castigada por su desobedencia. Para tratar el ambiente del film y sus personajes me inspiré en los kitch  mexicanos, donde voluptuosas rumberas sufrían pasiones de amor y así la filmación fue tan frenética como su trama y las actrices se llevaron la mejor tajada. Al fin hubo una lluvia de talentos femininos en mi cine.          

Alina Rodríguez, María Antonia
Helena Huerta, veterana de las tablas, obtuvo su cúspide en la Cumachela, la una vez María Antonia convertida en agorera borracha y pordiosera; una actuación memorable en el cine cubano. Micheline Calvert hizo de su ama de casa tan sumida en la miseria y la traición, que alargando los brazos se podía tocar en la pantalla. Miriam Socarrás regresa a mi cine ahora como la mulata sabrosona de bares y esquina de la República y refresca la trama con sabiduría popular.       
Elena Huerta en María Antonia
El tiempo en el drama es relativo y conviven presente, pasado y futuro según la imaginación del autor; María Antonia prefiere la muerte a su futuro en Cumachela y revive su pasado en la joven y carnal rumbera del Bar Capitolio, interpretada por Sonia Pérez, una escultural rumbera y modelo convertida en actriz gracias a la magia del cine.
Sonia Pérez en María Antonia
Lili Rentería, siete años después de su quiceañera en Techo de Vidrio regresa a mi cine, esta vez sin palabras y mucha proyección escénica para atrapar al novato boxeador. El día que la conocí de niña, de quizás 8 años, se presentó resuelta: ‘Yo soy Lili y soy actriz”.  

 Lili Rentería en María antonia
En medio de tanta lujuria y pasiones, María Antonia encuentra un oasis de paz y amor maternal en La Madrina, símbolo de protección espiritual, justamente interpretado por Assenech Rodríguez, una de las pocas actrices negras del elenco cubano que alcanzó el estrellato por sus impolutas actuaciones en cine y televisión. La Madrina de  Assenech fue pulcra y conmovedora.
 
Assenech Rodríguez, La Madrina.
Nena Capitolio, figura universal de la matrona dueña de bares y protíbulos, estaba inspirada en un personaje real habanero de pasado libertino. Al igual que la Cumachela, Nena Capitolio es catalizador de la trama de María Antonia. A Daisy Granados se le considera el rostro del cine cubano, aúnque hasta ese momeneto yo no había trabajdo con ella, a pesar de ser buenos amigos. La Nena Capitolio de Daisy fue una revelación inclusive para ella, al interpretar un personaje muy diferente al de su fructuosa carrera fílmica.
 
Daisy Granados en María Antonia
María Antonia provocó aplausos del publico cubano que se vió reflejado en un pasado no superado por la revolución. Sin embargo, cuando fue exhibida en Miami en el marco del Festival de Cine, entonces dirigido por Nat Chediak, tuvo críticas negativas del público presente, al considerarla una vision falsa del marginalismo de los años cincuenta en Cuba. Quizás esa sea la real función del arte, agradar a unos y molestar a otros.  Y yo, desde el umbral del desencanto y el aburrimiento de una vida manejada por los titiriteros del poder, decidí abandoner el país  y regresar a mi otrora casa al norte del Paraiso.
Al salir de Cuba y de regreso a los Estados Unidos, tenía la certidumbre que nunca más realizaría un film. En Miami, donde me llevó el destino, no existe una industria de cine, ni inversionista en el cine y pocas gentes que quieran hacer cine. Miami es la otra Cuba con muchas oportunidades, sol, playas, discotecas y casi ningún cine. Pero llegó el día que vencieron la tozudez y la osadía; mi amigo guionista y productor Armando Dorrego y yo decidimos hacer andar la oxidada máquina de hacer sueños una vez más.                                       
 
DOS VECES ANA
El viejo proverbio americano de “Perceptión is reality”, generalmente se aplica en casos de raza o apariencia física, así un príncipe en harapos es un mendigo y un mendigo en armiño un príncipe; una mujer tranquila un ama de casa y una mujer alegre una prostituta; un sacerdote católico con túnica y turbante un árabe terrorista y un terrorista árabe en smoking un respetable señor. De estos prejuiciosos está lleno el diario quehacer social. Con Dos veces Ana me propuse demostrar lo contrario y las consecuencias de un juicio ligero a primera vista.
Elvira Valdés 
Conocía a Elvira Valdés desde niña, ya que era hijastra de un amigo director de cine cubano, Nicolás Guillén Landrián. Elvira debutó en el cine con la Cecilia de Humberto Solás y continuó su carrera en las pantallas hasta llegar a Venezuela y finalmente a Miami, el set preferido de las actrices cubanas. Elvira se caracteriza por su dedicación y esmero en construir su personaje, en este caso doble; una cajera de un mercado en la calle 8 de Miami, que sueña con ser actriz y una actriz de televisión en busca de Hollywood; dos mujeres marcadas por el color de su piel en dos mundos diferentes y un mismo empeño. En el film la percepción se complejiza con el tema racial, los prejuicios y las fustraciones. En gran medida inspirado en las experiencias de Elvira en busca de trabajo como actriz en Miami, el guión fue tomando forma y al fin con la cooperación de amigos logramos realizar el film.
 
Elvira Valdés y Sergio Giral
Como todos los personajes en el film son dobles, así los clientes del Mercado de Ana cajera son parte del mundo del cine y la television de la Ana actriz. Lili Renteria, Isabel Moreno e Yvonne Lopez Arenal juegan un papel fundamental en la trama.
Conocí a Yvonne Lopez Arenal en su debut cinematográfico, Cartas del parquet, de Tomá Gutierrez Alea. Una vez más, una misma razón nos hizo reencontrarnos en Miami y no perdí la oportunidad de proponerle los personajes de cajera de mercado y empresaria de artísta. Yvonne es una actriz de talento y paciencia escénica que la caracterizan. 

Yvonne López-Arenal
Regresa Lili Rentería, esta vez con diálgos muy diferente en sus dos personajes: la cliente majadera e indecisa y la dama esclavista, una reencarnación de la Mendizabal de El Otro Francisco. Isabel Moreno cierra el ciclo de mujeres en mi cine. Moreno es un pilar de la actuación contemporánea cubana, formada en los primeros films del ICAIC, desde El Bautizo, una comedia de Roberto Fandiño hasta un drama en La Bella del Alhambra , de Enrique Pineda, Moreno es una actriz consagrada por su obra y telento. Fue una fortuna tener a Moreno en mi film y compartir con ella las visisitudes de una producción independiente y de ningún presupuesto.
Isabel Moreno y Elvira Váldes
en Dos Veces Ana 
Las dos Ana  bien podrían ser una María Antonia rehabilitada en el Miami del exilio cubano o una inmigrante hispana; ambas en pos de un mismo sueño. Elvira Valdés no sólo entendió e interiorizó sus dos Ana, sino las vivió a plenitud, logrando así la mejor actuación de su carrera artística. Dos Veces Ana es un film hecho e inspirado en Elvira Valdés.
Como ven, la mujere en mi cine ha tenido una participación destacada, no toda la que quisera haber tenido. A pesar que tengo guiones escritos con personaejs femeninos protagónicos, todo indica que quedarán en el archivo de mi computadora. Pero si un inesperado golpe de suerte, rayo divino o destino manifiesto pudiera llegar a realizarlo, tendré la oportunidad de materializar en mi cine al personaje femenino que más ha marcado mi gusto por las divas: Elsa Bannister, la mujer más malvada del cine norteamericano.
Rita Hayworth, The Lady from Shanghai.

Thursday, August 15, 2013

LA MUJER EN MIS FILMS

Por Sergio Giral
PRIMERA PARTE
Esto de hacer cine más que una profesión resulta una adicción que se impone de por vida, al igual que las órdenes y los cultos religiosos. En el cine todo es importante, el guión, la fotografía, la puesta en escena, el decorado. Name it!, pero la actuación puede salvar un film o condenarlo para siempre y en particular, la actriz. Desde “The Perils of Pauline” a “Gone with the Wind”, “Little Foxes” y “Some Like it Hot”, la actriz ha brillado con su propia luz. En mi cine la presencia de la mujer es variada y a veces escaza, ya que la mayor parte de mis temas se han concentrado en personajes masculinos de la épica negra colonial. En esos films los personajes femeninos no tienen una function primordial pero son basicamente necesarios e importantes para la trama.

Alina Sánchez en
El Otro Francisco
En mi primer film El Otro Francisco, el personaje de la esclava mulata que provoca la tragedia amorosa, es interpretado por Alina Sánchez, entones una estudiante de filsofía y letras en la Universidad de la Habana, dotada de una excelente voz soprano. Alina ya había debutado en mi documental “A Gonzalo Roig” cantando la salida de Cecilia Vadés, de la zarzuela del mismo nombre y autor. Las dotes actorales de Alina sorprendieron a muchos y le abrieron las puerta a otras producciones. Margarita Balboa era una voz en las radionovelas que mi madre escuchaba.
Margarita Balboa, Ramón Veloz
y Miguel Benavides   
Para interpretar a la Señora Mendizabal, fuí en busca de esa voz que me cautivaba en mi infancia y para sorpresa mía correspondía a una actriz con la elegancia y estilo que su personaje requería. Margarita Balboa encarnó la madre esclavita protectora de su hijo cruel, que Suárez Romero describe en su novela. Trabajar con Balboa fue una experiencia determinante en mi quehacer fílmico.

Juanita Baró y Sergio Giral
En Rancheador nuevamente me encontré con una trama donde los hombres se imponían y traté el film al estilo de un “western”, donde los personajes femeninos son generalmente de apoyo. Así fue como surgió Juanita Baró, una joven bailarina del Conjunto Folklórico de Cuba. Juanita poseía la fuerza telúrica y el fragil hieratismo de una talla Africana, su experiencia escénica le permitió interpreter a la esclava rebelde abusada por su amo.
                          
Africa en Maluala
Maluala es el tercer film de mi trilogía sobre la esclavitud en el siglo XIX y la gesta de esclavos rebeldes en Cuba y el Caribe. En un mundo de guerreros también habían mujeres y la jefa de un palenque de esclavos fugutivos fue entregado a Hilda Oates, una actriz de gran temperamento escénico. La busqueda de una estética que correspondiera al tema me llevó a la pista del cabaret cubano, tan mundialmente famosa como el azúcar y el hanano. Al igual que Circe, encantadora de turistas en busca de música y sirenas tropicales. Allí encontré a Africa y como su nombre indica, era negra y estatuaria.  Con su cuerpo de pantera y la belleza de la Venus de Bening, Africa, Mercedes Planas, brilló en Maluala sin pronunciar una palabra.
Susana Pérez y Jorge Losada en
Techo de vidrio
Satisfecho de la épica negra en la Cuba colonial, me sentí atraido por la realidad del momento, realidad muy poco o nada abordada por los cinestas cubanos víctimas de la censura y la represalia oficial. Eran día que se hablaba del amiguismo y los privilegios de la clase dirigente en el país y encontré en el tema la oportunidad de realizar un film de carácter contemporáneo y sublime crítica social. Con la participación del escritor Manuel Cofiño se elaboró Techo de Vidrio, un guión donde al fin personajes femeninos gozaban de relevancia.
 
Susana Pérez en
Techo de Vidrio
Silvia, la abogada de una compañía estatal de construcción fue interpretado por Susana Pérez, actriz formada en la television que sobresalía por su belleza y estilo. Susana comunicó a su personaje la madurez profesional de una abogada con estrictos principios de legalidad en un medio corrumpto por el favoritismo y las ventajas de la clase dirigente. Y es en el seno de esa clase que surgió el personaje de Ana, la esposa de un ingeniero jefe de obras, que no comprende las limitaciones en medio de la carestía nacional. Ana Viñas, una comediante de primera clase, supo dar a su personaje la frivolidad e inconciencia que provocaba el poder, en contraste con la sobriedad de la abogada Silvia, de Susana Pérez. Una joven Lili Rentería encarnó a la jóven generación que rompía con las tradiciones y el tabú social. Finalmete Techo de Vidrio fue un film de triste destino, censurado por el máximo líder del gobierno cubano y vitupeareado por la misma clase dirigente que se vió retratada en él. Para entonces, Susana Pérez y Ana Viñas no lograron verse en la gran pantalla y se comenta que, veinte años más tarde, el film fue exhibido en la televisión cubana, cuando ya la catástrofe  nacional superaba la modesta crítica al régimen y sus actrices vivían en Miami.

Mirta Ibarra
A lo largo de cinco años bajo el microscopio y la mirilla del régimen presenté varios proyectos que uno a uno fueron rechazados y me vi obligado a regresar al tema historico con Plácido, basado en la obra teatral de Gerardo Fulleda León, que no tenía personajes femeninos de relevancia e incluí en mi versión fílmica. Para el intriguilis amoroso del mulato Plácido y la aristócrata colonial, escogí a Mirta Ibarra, actriz de talento y personalidad propio para interpreter este personaje de cubana arístócrata matancera.
Alina Sánchez
Alina Sánchez regresó a mi cine, en esta ocasión mulata de rumbo con discurso independentista. Sazoné la trama con Miriam Socarrás y Alicia Bustamante, dos magníficas actrices de marcada bis cómica, como las anfitrionas de una cuna colonial, casa de baile y diversión donde los niños ricos iban en busca de “mulatas de paso”.  Polonia, la negra esclava delatora de Plácido, requería de una actriz agresiva en su porte y proyección, así encontré a Mireya Chapman, actriz teatral que hizo de su Polonia una vívora tricionera y mortal.

 Rosita Fornés y Jorge Villazón en Plácido.
Plácido fue el debut de Rosita Fornés en el cine del ICAIC, ya que hasta el momento los directores la ignoraban, quizás por considearla una vedette. Fornés interpretó a la madre española de Plácido, que al nacer lo colocó en la casa cuna de beneficencia para esconder su mulatez y por lo que el poeta llevaba dicho apellido, Valdés. Fornés realizó muy buen trabajo pero desfortunadamente y una vez más mi cine sufrió de censura y su presencia fue minimizada por los asesores oficiales del ICAIC.
Y llegó la hora de abrazar la tragedia cubana a ritmo de guaguancó y toques a Ochún. Maria Antonia, extraordinaria obra teatral de Eugenio Hernández Espinosa, que había sufrido el pogrom de los intelectuales y artistas que más brillaban bajo en cielo de Cuba durante la tenebrosa “parametración’ estatal. (Continuará)