LA IMAGEN ROTA

A BILINGUAL PAGE TO COLLECT AND DISCUSS COMMENTS ABOUT FILMS, THEATER AND ART AND SOME POLITICS. ENGLISH/SPANISH

Wednesday, January 18, 2012

MOROCCO IN DECEMBER



ORDINARY DAY
I want to live
One more ordinary day
Have my morning coffee
Write couple words and sentences
Hug you and kiss you
I want to give you a flower
And tell you that I love you
Spend time with you
And then die if I have to
Just one little ordinary day
Spend it at home
Or shopping shoes maybe
But with you
Tied up to my arm
I want another long day
To dream about you again
To call you and hear you voice
In the answering machine
Then die if I have to
And die again if I have to
And another time
And again

Poem by, Sarah Cherrabi el alaoui, Morocco
Photos by © Sergio Giral 2012

Tuesday, January 10, 2012

UN ESTADO DE ANIMO LLAMADO MELANCOLIA
Por Sergio Giral
Melancholía, dirigido por el danés, Lars Von Trier, es una producción de Zentropa de Dinamarca, con el apoyo de coproducciones de Alemania, Francia, Suecia e Italia. La filmación tuvo lugar en Suecia. La trama se desarrolla durante la boda de Justine (Kirsten Dunst), primera parte del film, y el banquete nupcial en la mansión de su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg) y su nuero John (Kiefer Sutherland). El boato del festejo se contrapone con a la presencia de un planeta desconocido que después de haberse ocultado detrás del sol, ha decidido dirigirse hacia la tierra, con la posibilidad de chocar con esta. Justine padece de un depresión que le hace destruir su carrera publicitaria tanto como su reciente matrimonio. Esta incapacidad de sobrellevar elementos tan determinantes en la vida, contrastan con su apacible aceptación del fin del mundo. No así su hermana Claire, segunda parte del film, y esposo John, que gradualmente van deteriorando su firmeza de clase con la proximidad del planeta a la tierra.

La trama original de Trier encuentra su antecedente en la relación fraternal homicida de “Las Criadas” de Jan Genet, en este caso dirigida hacia la incomunicación y los valores de clase. Familia, dinero, sexo y muerte se mezclan en este discurso altamente influenciado por el romanticismo expresionista alemán que diera lugar al Siegfried de Fritz Lang, el misticismo científico de Tarkovsky en Solaris, el determinismo científico de Kubrick, en 2001: A Space Odyssey, pero sobretodo, en la relación de las dos hermanas y el pequeño hijo de una de ellas, en la angustia existencial de Bergman en, El Silencio.
El elenco del film es internacional y de primera línea. Trier ofreció el protagónico a Penélope Cruz, que finalmente abandonó el proyecto para hacer Pirates of the Caribbean, una millonaria comedia taquillera de poca relevancia dramática para la actriz. En su lugar, Trier ofreció el papel a Kirsten Dunst, quien lo aceptó. La película se estrenó en mayo de 2011 en el 64 Festival de Cannes, donde Dunst recibió el premio a Mejor Actriz. Desde su Maria Antoniette, de Sophia Coppola, Dunst demostró su talento y sensibilidad interpretativa, a mi critierio que Cruz, producto del boom Almodovar y acostumbrada a personajes superficiales de “box office hits”, nunca hubiera alcanzado. La Geingsbourg no necesita presentación, pues siguiendo el viejo proverbio, “de casta le viene al galgo”. El elenco sorprende con la participación de Kiefer Sutherland, en un film de producción europeo con un personaje bien lejano de su televisivo 24. El actor sueco Alexander Skarsgård en el papel del esposo de Justine, ha sido recientemnte visto en el remake de Straw Dogs y la serie de television True Blood. John Stellan Skarsgård, de una larga carrera fílmica, con títulos del original sueco Insomnia y Breaking the Waves, de Tier, logra una vez más un trabajo sobrio como el jefe publicitario de Justine.
Lars Von Trier
Lars von Trier es un cineasta controvertido, no sólo por su fundamentación del quehacer fílmico, sino también por sus declaraciones pro-nazis y antisemita en una conferncia de prensa, que le valieron ser expulsado del Festival de Cannes 2011, en el estreno del film Melancholia. Nacido en Dinamarca el 30 de abril de 1956, comenzó a hacer films a los once años. Su primer largometraje The Element of Crime (1984), obtuvo amplio reconocimiento de la crítica y fue nominado al Festival de Cannes y en el que obtuvo el Gran Premio Técnico, así como otros numerosos premios internacionales. Su carrera cinematográfica comenzó en 1992, junto al productor Peter Aalbæk Jensen quienes fundaron la productora Zentropa Entertainment, con el fin de realizar films independientes de la nomenclatura hollywoodense y su control creativo. Con este fin Zentropa produjo films porno que le permitiera recaudar fondos para sus proyectos venideros. La carrera de Tier no se detiene con Zentropa y su inquietud expresiva crea Dogme 95, junto al director Thomas Vinterberg, un movimiento vanguardista que declara la pureza cinematográfica en sus manifiestos Dogma 95 y el "voto de castidad", que excluía el uso de tecnología y efectos especiales y buscaba el aporte financiero europeo y de la televisión.
The Celebration (1999) de Vinterberg Festen, que ganó el Premio del jurado en el Festival de cine de Cannes, es la primera de los films Dogma, seguida por Los Idiotas, del propio Lars von Trier. Dogma influenció a otros directores, como al director francés Jean-Marc Barr en Lovers (1999) bajo las reglas de Dogma, así como al americano Harmony Korine con Julien Donkey-Boy y Trash Humpers.. Pero las propias películas de Von Trier han tomado una variedad de enfoques y esta variedad la encontramos en Melancholia, muy alejada de los preceptos dogmáticoas, valga la redundancia, de Dogma 95. Lujosos interiores fueron filmados en estudio; la riqueza escenográfica, mobiliario y utilería del banquete nupcial, no son producto de elementos encontrados en la locación; la banda musical de Tristan e Isolde, no ocurre realmente durante la escena. Y está de más señalar la prohibición de efectos ópticos, en este caso un elemnto primordial del film. Pero uno de los requisitos del manifesto que sí se encuentra cumplido es el uso de una locación real en exteriores y la cámara en mano del fotógrafo, Manuel Alberto Claro, que diestramente narra los acontecimientos..
Melancholia es un film exquisito desde sus créditos en largos planos estáticos que sugieren la trama a seguir, sin intenciones de ocultar el desenlace. Es un film producto de un director que conoce los intringulis del quehacer fílmico, que aplica sus conceptos teóricos en plena armonía con la práctica cinematográfica. Un film fuera de tiempo y espacio.

Thursday, January 5, 2012

BLOG DE LA ESCRITORA ZOÉ VALDÉS diciembre 29, 2011

Dos veces Ana, de Sergio Giral, o el renacimiento de un cine de claves históricas e irónicas.

Ayer se proyectó en la Escuela de Artes Audiovisuales de la rue Saint Martin, en París, el largometraje Dos veces Ana del realizador Sergio Giral (1937), nacido en Cuba de madre norteamericana y padre cubano.
Sergio Giral es, como recordarán, el autor de varias películas importantes del cine cubano, controvertidas en su gran mayoría, porque viviendo y actuando en medio del castrismo se atrevió a tocar el tema racial a través de claves históricas muy particulares en la idiosincracia cubana, y además en algunas ocasiones realizó críticas directas sin tapujos ni metáforas a la sociedad castrista a través de la ironía y valiéndose de una gran cultura pictórica y cinematográfica. Sergio Giral se exilió a principios de los años noventa junto a Armando Dorrego, en París, pero rápidamente ambos viajaron a Estados Unidos, a Miami, donde aún residen. Armando Dorrego es coguionista y productor de Dos veces Ana, también con una trayectoria cinematográfica reconocida. La proyección, en una nutrida sala del recinto, culminó con cerrados aplausos, muy merecidos.
Dos veces Ana es en primer término una comedia dramática, posee desde el inicio todos los rejuegos visuales y de contenido para hacérnoslo creer, en una segunda lectura podríamos referirnos a ella como comedia psicológica, reflexiva acerca de las identidades multiculturales. Los autores del guión, Giral y Dorrego, amarraron muy bien la doble trama, para que hasta a poco menos del final no advirtamos que no nos encontramos ante un trauma de doble personalidad, ni ante un simple homenaje a Ingmar Bergman, dándose el valijú de cultos, que lo son, tampoco ante un sueño recurrente de una cajera que reduce su existencia a la irrealidad y al onirismo, y mucho menos a la película dentro de la película que estaría rodando la actriz interpretando el rol de una cajera. Al final, como en el buen cine, la sencillez nos reanima. Y con esa misma sencillez, a través de efectos tan naturales como la telenovela, el espacio cerrado de un minimercado, y el universo reiterativo de una cajera, por otra parte el de un apartamento decorado para dar la apariencia de un supuesto lujo requerido para poder triunfar, y la ciudad de Miami como telón de fondo, de ninguna manera como protagonista especial como se puede apreciar en recientes películas de la filmografía hollywoodense, Giral nos adentra no sólo en los parcours de los dos personajes, las dos Ana, que interpreta Elvira Valdés, sino que además nos inicia en la trayectoria de una ciudad a través de personajes típicos, algunos afectados por las desigualdades propias de las grandes y jóvenes ciudades que en su vertiginoso crecimiento van dejando atrás a gente valiosa, artistas, soñadores, filósofos venidos a menos, callejeros, y va colocando en falsos pedestales a los que someten la creación individual y espiritual a viejos cánones o a proyectos retrógrados de futuro, donde el racismo en apariencia dejó de ser racial, para convertirse en cultural. Sergio Giral también nos da las llaves para entreabrir las diversas puertas que conducen a sus variadas fuentes de inspiración como creador; de este modo, a los que no conocen la obra del realizador, les brinda la posibilidad de iniciarse en ella a través de citas inteligentes aunque despojadas de egotismo referidas a su obra individual.
La película se hizo con muy pocos recursos, producida por ellos mismos, y gracias a la generosidad de cada uno de los integrantes del equipo de filmación. Sin embargo, siendo una película de cine independiente real, y no de ese cine independiente del que nos revenden en las pantallas del cine comercial, su impecable factura me recordó a joyas de la cinematografía estadounidense como Algo pasa con Mary, entre otras comedias recientes.
Sergio Giral no tiene nada que demostrar a estas alturas de su magisterio en la dirección de actores, en esta película vuelve a reafirmarlo, que es un gran director. Sin embargo, lo novedoso para mí fue el descubrimiento del magnífico trabajo de Elvira Valdés, quien soporta a cada uno de los personajes encima de sus hombros, y alrededor de la cual, pero por partida doble, gira toda la película. Una actuación impecable, manejada con gran fineza, elegante, soberbia. Por momentos recuerda a la Alina Rodríguez de María Antonia, a Daysi Granados, también dirigida por Giral, pero sobre todo, podría garantizar, sin exagerar, que Elvira Valdés acaba de ser redescubierta en un rol principal, algo en lo que ella pudo desenvolverse muy poco en Cuba, siendo sin embargo una actriz de empaque, que venía prometiendo desde la primera aparición que yo recuerde en Cecilía Valdés de Humberto Solás.
Elvira Valdés está en la cuerda de una Cameron Díaz, y de una Marisa Tomei, esperemos que la vida le reserve roles tan envidiables y tan brillantemente actuados como a sus colegas. Su actuación, tranquila, penetrante, nos hace olvidar que nos encontramos ante la bella Elvirita que hacía voltear todas las miradas habaneras hacia ella, para encontrarnos frente a una mujer que ha sabido estudiarse, refrenarse o moderarse, moldearse como actriz, para acaparar la psicología de cualquier personaje que afrente, por muy diferente que sean, como es el caso de las dos Ana que interpreta, para entregárnoslos puros, interiorizados y asimilados, saciada y exultante.
Fue también una grata sorpresa encontrar al músico Michel Fragoso en uno de los personajes protagónicos y descubrir que no sólo es un gran músico sino que va en camino de convertirse en un intrépido actor, y también resulta de una gran alegría volver a hallar actrices y actores consagrados, que repiten o no con Giral, como es el caso de Lili Rentería, o Isabel Moreno, Jorge Luis Álvarez, y Gilberto Reyes (habituales referencias en la cinematografía cubana).
De un gran acierto ha sido entretejer personajes con los actores, y colocarlos doblemente en planos sociales antagónicos, revestirlos con frases o acciones repetitivas que desenmascaran los falsos rituales y las engañifas evidentes de los modus vivendis que los seres humanos de principios del siglo XXI tratan de adoptar para no desviarse ni un milímetro de lo políticamente correcto todavía arrastrando los peores moldes y los miserables tics de un siglo que expiró hace ya doce años, pero que ya en su primera década había dado genios inimaginables, cosa que tarda en ocurrir, a todas luces, en este siglo ensombrecido por el racismo y la mojigatería cultural, las religiones, y el excesivo protagonismos de los políticos y de los payasos de espectáculos inducidos a través de la caja estúpida (la televisión), en detrimento de todo lo que alcanzamos en el campo de la creación y en materia artística a todo lo largo del siglo pasado, pese a la 1ra y la 2da guerra mundial.
Dos veces Ana es por todo eso una película noble, magnífica, con un guión muy pensado y mejor estructurado y una extraordinaria dirección de actores. Es una gran película, hecha en los bajos fondos del capitalismo, que encajaría en el llamado Cine Pobre o del Dogma, sin quererlo, y lo mejor, sin ser pobre y sin ser dogmática, en todo el sentido de la palabra, sobre todo en el fílmico. Su presencia en los festivales europeos debería ser bienvenida, requerida con urgencia. Porque aquí estamos ante una nueva propuesta muy singular de un cineasta exiliado del castrismo, sin que prime el discurso estridente de lo político, pero sin embargo, el sólo hecho de que Sergio Giral haya conseguido hacer una película tan lograda como Dos veces Ana, sin ningún tipo de respaldo, y desde el exilio (él mismo dirigió un documental sobre las dificultades de los cineastas cubanos exiliados para dirigir su obra), resulta uno de los mayores triunfos del exilio cubano, unido siempre en el buen arte, en la buena música, en la buena literatura, en el buen cine. Gracias, pues, a todo el equipo de Dos veces Ana.

Zoé Valdés.