LA IMAGEN ROTA

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Thursday, August 15, 2013

LA MUJER EN MIS FILMS

Por Sergio Giral
PRIMERA PARTE
Esto de hacer cine más que una profesión resulta una adicción que se impone de por vida, al igual que las órdenes y los cultos religiosos. En el cine todo es importante, el guión, la fotografía, la puesta en escena, el decorado. Name it!, pero la actuación puede salvar un film o condenarlo para siempre y en particular, la actriz. Desde “The Perils of Pauline” a “Gone with the Wind”, “Little Foxes” y “Some Like it Hot”, la actriz ha brillado con su propia luz. En mi cine la presencia de la mujer es variada y a veces escaza, ya que la mayor parte de mis temas se han concentrado en personajes masculinos de la épica negra colonial. En esos films los personajes femeninos no tienen una function primordial pero son basicamente necesarios e importantes para la trama.

Alina Sánchez en
El Otro Francisco
En mi primer film El Otro Francisco, el personaje de la esclava mulata que provoca la tragedia amorosa, es interpretado por Alina Sánchez, entones una estudiante de filsofía y letras en la Universidad de la Habana, dotada de una excelente voz soprano. Alina ya había debutado en mi documental “A Gonzalo Roig” cantando la salida de Cecilia Vadés, de la zarzuela del mismo nombre y autor. Las dotes actorales de Alina sorprendieron a muchos y le abrieron las puerta a otras producciones. Margarita Balboa era una voz en las radionovelas que mi madre escuchaba.
Margarita Balboa, Ramón Veloz
y Miguel Benavides   
Para interpretar a la Señora Mendizabal, fuí en busca de esa voz que me cautivaba en mi infancia y para sorpresa mía correspondía a una actriz con la elegancia y estilo que su personaje requería. Margarita Balboa encarnó la madre esclavita protectora de su hijo cruel, que Suárez Romero describe en su novela. Trabajar con Balboa fue una experiencia determinante en mi quehacer fílmico.

Juanita Baró y Sergio Giral
En Rancheador nuevamente me encontré con una trama donde los hombres se imponían y traté el film al estilo de un “western”, donde los personajes femeninos son generalmente de apoyo. Así fue como surgió Juanita Baró, una joven bailarina del Conjunto Folklórico de Cuba. Juanita poseía la fuerza telúrica y el fragil hieratismo de una talla Africana, su experiencia escénica le permitió interpreter a la esclava rebelde abusada por su amo.
                          
Africa en Maluala
Maluala es el tercer film de mi trilogía sobre la esclavitud en el siglo XIX y la gesta de esclavos rebeldes en Cuba y el Caribe. En un mundo de guerreros también habían mujeres y la jefa de un palenque de esclavos fugutivos fue entregado a Hilda Oates, una actriz de gran temperamento escénico. La busqueda de una estética que correspondiera al tema me llevó a la pista del cabaret cubano, tan mundialmente famosa como el azúcar y el hanano. Al igual que Circe, encantadora de turistas en busca de música y sirenas tropicales. Allí encontré a Africa y como su nombre indica, era negra y estatuaria.  Con su cuerpo de pantera y la belleza de la Venus de Bening, Africa, Mercedes Planas, brilló en Maluala sin pronunciar una palabra.
Susana Pérez y Jorge Losada en
Techo de vidrio
Satisfecho de la épica negra en la Cuba colonial, me sentí atraido por la realidad del momento, realidad muy poco o nada abordada por los cinestas cubanos víctimas de la censura y la represalia oficial. Eran día que se hablaba del amiguismo y los privilegios de la clase dirigente en el país y encontré en el tema la oportunidad de realizar un film de carácter contemporáneo y sublime crítica social. Con la participación del escritor Manuel Cofiño se elaboró Techo de Vidrio, un guión donde al fin personajes femeninos gozaban de relevancia.
 
Susana Pérez en
Techo de Vidrio
Silvia, la abogada de una compañía estatal de construcción fue interpretado por Susana Pérez, actriz formada en la television que sobresalía por su belleza y estilo. Susana comunicó a su personaje la madurez profesional de una abogada con estrictos principios de legalidad en un medio corrumpto por el favoritismo y las ventajas de la clase dirigente. Y es en el seno de esa clase que surgió el personaje de Ana, la esposa de un ingeniero jefe de obras, que no comprende las limitaciones en medio de la carestía nacional. Ana Viñas, una comediante de primera clase, supo dar a su personaje la frivolidad e inconciencia que provocaba el poder, en contraste con la sobriedad de la abogada Silvia, de Susana Pérez. Una joven Lili Rentería encarnó a la jóven generación que rompía con las tradiciones y el tabú social. Finalmete Techo de Vidrio fue un film de triste destino, censurado por el máximo líder del gobierno cubano y vitupeareado por la misma clase dirigente que se vió retratada en él. Para entonces, Susana Pérez y Ana Viñas no lograron verse en la gran pantalla y se comenta que, veinte años más tarde, el film fue exhibido en la televisión cubana, cuando ya la catástrofe  nacional superaba la modesta crítica al régimen y sus actrices vivían en Miami.

Mirta Ibarra
A lo largo de cinco años bajo el microscopio y la mirilla del régimen presenté varios proyectos que uno a uno fueron rechazados y me vi obligado a regresar al tema historico con Plácido, basado en la obra teatral de Gerardo Fulleda León, que no tenía personajes femeninos de relevancia e incluí en mi versión fílmica. Para el intriguilis amoroso del mulato Plácido y la aristócrata colonial, escogí a Mirta Ibarra, actriz de talento y personalidad propio para interpreter este personaje de cubana arístócrata matancera.
Alina Sánchez
Alina Sánchez regresó a mi cine, en esta ocasión mulata de rumbo con discurso independentista. Sazoné la trama con Miriam Socarrás y Alicia Bustamante, dos magníficas actrices de marcada bis cómica, como las anfitrionas de una cuna colonial, casa de baile y diversión donde los niños ricos iban en busca de “mulatas de paso”.  Polonia, la negra esclava delatora de Plácido, requería de una actriz agresiva en su porte y proyección, así encontré a Mireya Chapman, actriz teatral que hizo de su Polonia una vívora tricionera y mortal.

 Rosita Fornés y Jorge Villazón en Plácido.
Plácido fue el debut de Rosita Fornés en el cine del ICAIC, ya que hasta el momento los directores la ignoraban, quizás por considearla una vedette. Fornés interpretó a la madre española de Plácido, que al nacer lo colocó en la casa cuna de beneficencia para esconder su mulatez y por lo que el poeta llevaba dicho apellido, Valdés. Fornés realizó muy buen trabajo pero desfortunadamente y una vez más mi cine sufrió de censura y su presencia fue minimizada por los asesores oficiales del ICAIC.
Y llegó la hora de abrazar la tragedia cubana a ritmo de guaguancó y toques a Ochún. Maria Antonia, extraordinaria obra teatral de Eugenio Hernández Espinosa, que había sufrido el pogrom de los intelectuales y artistas que más brillaban bajo en cielo de Cuba durante la tenebrosa “parametración’ estatal. (Continuará)


1 comment:

Susana said...

Como director siempre has sabido sacar de cada una de tus actrices lo mejor en cada papel. Excelente post, lo he disfrutado.