NELSON RODRIGUEZ ZURBARAN
Mi llegada al ICAIC de manos de Nestor Almendros fue explorar una nueva dimensión y no solo porque hacer el cine fuera algo fuera de mis planes de vida sino también por los otros jóvenes cineastas, que juntos emprenderíamos un viaje al sin retorno mundo de la imagen en moviento. En aquella fauna inquieta y efervecente conocí a Nelson, un joven mulato como yo, quizás los únicos de esa especie. Nelson gustaba de la música americana, los films europeos y los de Hollywood, como yo. Así nos hicimos amigos junto a su entonces inseparable, el genial Humberto. Al paso de tiempo, Nelson se convirtió en uno de los editores más codiciados por los directores y su fama establecía una selectividad de quienes pudieran trabajar con él. Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutierrez Alea y Lucía, de Humbeto Solaz, llevaron a Nelson a la cima de su carrera y fue así que, al realizar mi prmier largometraje El Otro Francisco, no dude en proponerle que editara el film.
Raquel Revueltas, Lucía
Editar un primer largometraje es una experiencia inolvidable para cualquier cineasta. Las dudas, los sueños, la realidad. Todos estas emociones son compartidas con el editor y sólo cuando este es un artista de primera línea es capaz de asimilarlas. Y ese es Nelson Rodriguez. La destreza combinada con la imaginación y un gusto refinado que aportaba a la trama el toque final para su realización. Creo que ese film nunca hubiera sido lo que es sin la colaboración de Nelson.
El Otro Francisco
Más tarde y después de la prohición de mi film Techo de Vidrio, logré realizar Placido, bajo la estrecha vigilancia del tratamiento del tema. Esto, junto a los escasos recursos que me fueron dados para la producción del film, afectaron algunos aspectos de la trama. En un momento la filmación fue suspendida sin motivo aparente y me vi forzado a trabjar con un material inconcluso. Una vez más más recurrí a Nelson, que salvo el film.
Nelson, Humberto Solaz y Pepe Horta
Las ventajas que representaba ser amigo de Nelson, no solo correspondía a su profesionalismo como editor, también en el mundo de detalles que ofrecía a sus amigos. Films que no se exhibían y música que no se transmitía eran los platos fuertes de una reunion en su casa. Rodeado de sus perros y su amor por las cantates negras norteamericanas, visitarlo resultaba un viaje extrainsular, un rasguño a la intolerancia y el miedo.
Eslinda Nuñez y Sergio Corrieri, Memorias del Subdesarrollo.
Ha pasado el tiempo y algunos de aquellos jóvenes cineastas, que juntos emprenderíamos el viaje sin retorno al mundo de la imagen en movimiento, han partido. Entre ellos el genial Humberto. Otros se han dispersado por el mundo y otros permancen en el lugar que los vio nacer y hacer cine. Yo dedidí ir en busca de una realidad que permitiera un individualismo sin censura, a cualquier precio. Y uno de estos precios es no poder contar con Nelson Rodriguez como editor de mis films.
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