LA IMAGEN ROTA

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Saturday, July 10, 2010

POR UN PUÑADO DE VAMPIROS

Por Sergio Giral
A lo largo del tiempo el cine de horror ha encontrado un buen nicho en fenómenos sobrenaturales, sean ficticiosos o no, con el fin de entretener y asustar a la vez. El Hollywood de los 30s y 40s produjo deliciosas films de este corte y creó un estilo muy particular de adaptar clásicos literarios y viejas leyendas a la pantalla. Los personajes preferidos fueron Drácula y el Hombre lobo. Metros de celuloide con horripilantes escenas cargadas de un expresionismo venido a menos fueron deleite y temor de aquella generación de espectadores. Las múltiples adaptaciones cinematográficas de la novela clásica Drácula de Bram Stoker's vieron la luz en el exprexionismo alemán con Nosferatum de FW Murnau, un film silente que marcó la patente a seguir por Holywood.
El Drácula de Tod Browin (1931), con Bela Lugosi como el malvado chupa sangre, revisita los sucesos de la Transilvania en un nuevo estilo que marcaría la saga del género. El rumano Lugosi dio una divertida creabilidad al personaje de Stoker, con su aterradora sobreactuación envuelto en capa negra y mirada demente, se le vió clavar sus colmillos en el cuello de sus lánguidas víctimas, en un festín de sangre y taimado erotismo. Esta sublimación del sexo es persistente en el género, la mordida fatal del vampiro sustituye la escena sexual en una época de censura y cumple con la formula: seducción, entrega, placer, orgasmo. Generalmente los vampiros necesitan de la sangre de una joven virgen para saciar su sed y preservar su vida de ultratumba. El vampiro se obsesiona con una doncella y va en su busca, dejando a lo largo de su viaje una estela de plaga y muerte. El proceso de seducción es comparable al de un Don Juan asaltante de cunas. En sus lechos las jovenes no logran conciliar el sueño, la respiración se haces agitada y la compulsión de ser poseídas les hace abrir la ventana de la habitación y permitir la entrada del amante sediento. Pero el tendón de Aquiles del vampiro no es sólo el ajo y el crucifijo sino la propia doncella, cuando logra mantener la cópula sanguínea hasta el amanecer y los rayos del sol destruyen al vampiro. Así se cumple el proceso clásico de placer y muerte.
 Dance of the vampire de Roman Polansky (1967) es una parodia de los films de vampiro, exquisita comedia de enredos astracanos que se desarrolla en un escenario gótico, con el propio Polansky en el papel de Alfred, el joven ayudante del Profesor Abronsius (Jack MacGowran), con pinta de Einstein, que viajan a Trasnsilvania, una vez más, en busca de vampiros que habitan en un castillo más allá del tiempo. Alfred se enamora de Sarah, una doncella del poblado (Sharon Tate) que es secuestrada por los malvados chupasangre y llevadaa al castillo. En esta versión Krolock tiene un hijo homosexual que se enamora a su vez de Alfred y lo quiere morder para convertirlo en su amanate. Este film marcó el principio de la relación de Polanski con la Tate, sin sospechar que Sharon sería víctima de los vampiros reales de la familia Mason.
The Rocky Horror Picture Show (1975) es la versión del musical inglés de Richard O’Brien estrenado en Londres en 1973 y adapatada al cine por Jim Sharman. Este film es el epítome de toda transgresión sexual que el tema pueda soportar. Brad (Barry Bostwick) y Janet (Susan Sarandon) se acaban de casar y viajan en luna de miel, sin sospechar que caerán en la trampa de vampiros que celebran una convención annual de Transilvania, dirigida por Dr. Frank N. Furter (Tim Curry), un vapiro transexual que ha creado al hombre perfecto, un hercúleo mancebo que se horroriza de su creador y rechaza sus avances sexuales. Fustrado por el rechazo, el vampiro encuentra alivio en Brad  y Janet , que pierden su virginidad en los brazos transexuales de Franz. Nadja (1994) de Michael Almereyda también cumple con estos presupuestos eróticos esta vez en una expresión postmodernista, que incluye lesbianismo en la pasión del vampiro por su víctima.
Entrevista con el vampiro (1994) de Neil Jordan, basado en la novela de Ann Rice, el vampiro Louis de Pointe de lac (Brad Pitt), después de haber perdido a su esposa vive junto al vampiro Lestat (Tom Cruise) en una plantación de New Orleans. Ambos participan en orgias sangrientas que incluyen desde la aristocracia de la época hasta sus propios esclavos. Astiado de su adicción, Luis decide cambiar su dieta de sangre humana por la de ratas o cualquier alimaña al paso. Esta separación en los gustos provoca una desavenencia en la pareja que perdurará hasta la época actual, en que Lestat conoce a un joven periodista que desea entrevistarlo (Christian Slater ). Una nueva pasión se apodera de Lestat y mientras ambos realizan la cópula vampiresca levitan en una sugerente escena homoerótica. Bram Stoker’s Dracula (1992), de Francis Ford Coppola, como expresa su título la versión más fidedigna a la novela original, está envuelto en un bello romanticismo decadente que sigue los pasos del vampiro y en algunas ocaciones sus transformaciones licantrópicas. Aquí Drácula alcanza momentos de espectacular esteticismo cuando el vampiro convertido en lobo feroz posee a Lucy sobre un banco del jardín en una impresionante escena zoofílica.
Andy Warhol’s Dracula (1974), dirigido por Paul Morrissey (colaborador de Warhol que se distingue por sus films avant-garde) alcanza el máximo exponente kitch de esta corriente. En un derroche de exquisita ridiculez, cuenta las calamidades que sufre Drácula (Udo Kier) al escacear la sangre en su natal Rumanía y viajar a Italia en busca de una virgen que le salve la vida. Su anfitrión, el Marqués de Fiori, en un simpático cameo de Vittorio de Sica, tiene no solo una hija casadera sino cuatro en espera de solución a la bancarota familiar. Una a una Drácula posee a las hermanas, para descubrir que todas han sido desvirgada por Mario el empleado comunista del marqués (interpretado por Joe Dallesandro, el Adonis de los films underground de Warhol y Morrissey). Las escenas nauseabundas donde Drácula vomita la indegestión de sangre impura, los desnudos, el erotismo ramplante, el lesbianismo incestuoso de las hermanas y la explícita sexualidad hacen de este film un divertido softporno que mereció la clasificación R y en algunas ocaciones NC17. En esta versión el final de Drácula no está en manos de una virgen, ya que no hay alguna en la familia, sino en Mario que lo despedaza a hachazos en una escena de truculento sadismo.

Sin olvidar el Nosferatum de Werner Herzog (1979), un fidedigno “remake” del original de esta tormentosa adicción, la lista de títulos es tan extensa que resulta difícil citar todos los filmes de este género que no ha respetado nacionalidad ni tiempo y una buena prueba de esto son las versiones contemporáneas de Hollywood The Twilight Saga: New Moon y Eclipse basado en las novelas de Stephenie Meyer sobre el romance de vampiros adolescentes. Ahora el género se desvía hacia melodramas de amor imposible. En “New Moon,” (2009) del director Chris Weitz y “Eclipse" dirigida por David Slade, la adolescente Bella (Kristen Stewart) está locamente enamorada de un joven y bello vampiro que entre su pasión chupoctera reserva un espacio de ternura y humanidad. La trama descansa en el conflicto de Edward que se niega a desangrar a su amada Bella, a pesar que esta se muere de las ganas, y como prueba de amor renuncia a ella y desaparece.  Esta ruptura lanza a Bela a una depresión que solo encuentra consuelo en Jacob (Taylor Lautner) un atlético hombre lobo que intenta proteger a la joven heroína de un ejército de vampiros y a pesar de su ferocidad posee iguales principios de decencia que su rival. Así como Drácula y el Hombre lobo fueron una atracción para generaciones pasadas, ahora los jóvenes chupócteros y licantrópicos sufren de amores imposibles y se derriten en pura melancolía. Este nuevo tratamiento del tema subvierten los valores carnales por el idilio a la Romeo y Julieta y renuncia a la posibilidad del amor ultratumba. Esta mirada continente a tan vieja historia, traiciona el clásico lado oscuro del deseo que caracteriza las versiones anteriores, ofrece un mensaje de abstinencia sexual a los jóvenes espectadores y propone controlar la violencia y la sexualidad masculina, ambas simbolizadas por el vampiro y el hombre lobo, que en vez de morder la yugular de sus víctimas las protegen de otros vampiros violadores. Una nueva fórmula del género con mucha sangre pero poco o ningún sexo.

2 comments:

yvolare.blogspot.com/ said...

En tiempos de vampiros y hombres lobos, Las brujas de Salem vuelan con los aires del Caribe.

Quincy said...

This is cool!